domingo, 2 de mayo de 2010

Viendo dentro de Ana Karenina


Ayer fue un día un tanto curioso, he recordado varios libros y varias pelis que me han marcado, estoy un poco confusa, necesito liberar mis pensamientos, tengo que contar algo de lo que pasó ayer, pero ahora no puedo. A ver si mañana.
Voy a hablarles de uno de mis libros favoritos, (a propósito de La elegancia del erizo) Ana Karenina...ahh tengo "Guerra y paz" esperándome en casa...qué ilusión me hace, quiero dedicarme otra vez a mis rusos.
Esto lo escribí hace tres años aproximadamente en un Club de lectura en el cual participé.
Sobre Ana:
Hablar de Ana es hablar de un personaje psicológicamente complejísimo y me parece que caemos en la simplicidad al tacharla de insufrible, etc. Por más que me esfuerzo, no entiendo cómo puede caer tan mal. Aunque creo que nunca habrá unanimidad con respecto a la forma que se tiene de “ver” a Ana Karenina.
Ana aparece al principio como una mujer encantadora, querida por sus sobrinos, por su familia, una madre entregada, una mujer de buenos sentimientos, una mujer íntegra. Esto nos lo deja Tolstoi muy claro (clarísimo) al principio de la novela. Pero al mismo tiempo, una mujer con unas desesperadas ganas de vivir, una romántica perdida. Este deseo escondido en lo más profundo de su alma, pero no enterrado, vió la luz el día del primer encuentro con Wronski. Desde su punto de vista pone en el libro: “Había en toda su persona como un exceso de juventud y alegría que ella se esforzaba en disimular; pero, a pesar suyo, el relámpago velado de sus ojos aparecía también en su sonrisa."
Una historia de amor condenada al fracaso desde el principio, porque el hecho de haber abandonado a su hijo, o mejor dicho canjear una felicidad por otra, sólo podía hacer que ella se sintiera miserable, lo dejó todo por él, su integridad, el amor de su hijo, su respetabilidad ante la sociedad, su amor propio, tuvo que padecer las peores ignominias y ella sabía que se lo merecía, que era el precio que tenía que pagar por haber sido una “mala mujer” o una mujer perdida como la llama la madre de Wronski. ¿Cómo podía ser su comportamiento sino, dadas las circunstancias que le tocaron vivir? Sí, pobre Wronski, pobre. Lo digo en serio. Para él fue muy duro, ¡cuánto!
Para dormir, tenía que tomar morfina. Intentaba con toda su voluntad mostrarse tranquila, ser mejor con Wronski, pero la desesperación, la podía, la vencía siempre.
Para mí Ana es un personaje humanísimo. Una mujer que eligió y pagó caro el precio de vivir. Y no me refiero a su muerte, sino a todo el desenfrenado sufrimiento que le supuso dejar a su familia y con ella gran parte de su Yo, por Wronski, por vivir un amor. Todo este dolor no es sino una prueba más de lo grande que era como ser humano, alguien que no vale, no sufre, porque no piensa, porque no le importa nada y sólo vive.
Tenía que acabar con la muerte, la redención. No vivo, no pienso, no pienso, no sufro.
Tomar decisiones importantes es, quizás, una de las cosas más duras por las que tiene que pasar el ser humano y haber tomado una, no implica necesariamente satisfacción. Muy por el contrario.
"El eterno error del ser humano consiste en creer que la felicidad radica en el cumplimiento de sus deseos" Leon Tolstoi.

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