viernes, 21 de mayo de 2010

Yira, yira...


Era una mañana de primavera en una plaza muy amplía y bonita, había luz, una potente luz que se reflejaba en nuestro estado de ánimo, una niebla espesa que se levantaba del suelo y nos cubría hasta las pantorrillas, dotaba al escenario de un efecto especial que la naturaleza nos regalaba porque quería.
El sol, por su parte, debía de andar escondido debajo de una niebla similar encima de nostros, pero que no llegábamos a distinguir y tampoco nos importaba. Nuestros ojos sólo eran capeces de ver la que se erguía del suelo. Yo sentí unas ganas locas de girar, girar y girar...Yira, yira, yira Carlos, yira, Fito. Era como si la niebla me diera esa soltura que necesitaba para dar rienda suelta a mi alegría o a mí locura. y yo giraba y giraba como una peonza...y qué feliz era yirando.

2 comentarios:

  1. Y le pregunto yo, srta. Finch... ¿no estaría usted yirando en Castroforte de Baralla?
    http://www.trazegnies.arrakis.es/castroforte.html

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